DIEZ AÑOS NO ES NADA...

Amigo mío, qué gusto volverte a ver...
Me he dado cuenta de que diez años no es nada (que se lo pregunten a Gardel) pero lo cierto es que ahora ya no tenemos que elegir entre beber cerveza o comer caliente. Tampoco necesitamos falsificar carnés de estudiantes de arquitectura para entrar de gratis a los museos. Ya no eres de los que se pone a cuatro patas a modo de caballo, ni yo de las que se pone encima imitando la estatua de Marco Aurelio, en el pedestal de un foro romano. Ahora ya no me robas los conos naranjas de señalización del tráfico en plena farra apoteósica. Las farras ya no son apoteósicas, ya no perdemos la cuenta de los tequilas servidos en vasos de café con leche, ni bailamos por Mano Negra sobre las barras de los antros subterráneos. Atrás quedaron los fríos domingos de los Alpes, comiendo galletas de perro con Nutella, jugando al UNO, escuchando al Prince... Ya no te confunden con un albanés y te dan el euro del carro en los supermercados. Ya ni compartimos el baño, ni te haces fotos con mi ropa interior para mandársela a tus colegas... Pero, por qué no? Qué coño! Quizás algún día volvamos a bebernos una botella de vino peleón en el tren, de Florencia a Pisa y veamos, de nuevo, la "torre derecha de Pisa".

Vuelve, Pepe, ya sabes donde encontrarme, y que siempre serás mi "pequeño gay". Te quiero mucho.