Continuando con esta sacrosanta tradición de recibir el año fuera de nuestras fronteras este año lo he finiquitado en Lisboa... que técnicamente es otro país pero yo creo que es el sur de Galicia. Conozco bien la capital lusa, la he visitado a menudo, me siento como en casa y comiendo bacalao y aceitunas negras soy feliz. He de decir que se ha modernizado bastante en los últimos años: Los viejos almacenes del puerto se han convertido en galerías de arte y restaurantes de diseño, las parejas de gays se abrazan por las callejuelas y las mujeres ya no llevan bigote...
Los viejos siguen recordando como si lo hubieran vivido en primera persona el terremoto, maremoto e incendio que el día de los santos de 1755 asoló la ciudad y acabó con la mitad de la población. Dicen que fue un castigo divino por la avaricia con que el pueblo portugués atesoraba bienes, producto del expolio y la explotación propias de la colonización. Lo cierto es que el acontecimiento está presente en gran parte de la cuidad y quizás ayuda al carácter "poco alegre" de los lisboetas... Esa melancolía que en estas fechas, regada con exquisitos caldos se convierte en eso: MELALCOHOLÍA, que con un par de fados bien cantados te ponen el corazón como un higo, digo un figo.
Pero hay otras cosas que nunca cambiarán:
El ponte 25 de abril, construído por la misma compañía que el de San Francisco, ambos en zona sísmica y muy parecidos... En un paseo por la orillita del Tajo lo inmortalicé in fraganti, majestuoso, bajo un arcoiris amenazado por un nubarrón que no acababa de descargar su ira.
La bandera de Lisboa, la ropa tendida en los balcones... Aunque con todo lo que llueve no tiene mucho sentido. Negocio a la vista, tienda de secadoras en Lisboa.
Las subidas y bajadas con sorpresa... Tachán!!! Bajas sin saber muy bien por dónde vas a salir y de repente sorpresa!!! Emocionante no? Pues va a subir su padre, para eso están los encantadores tranvías del siglo pasado...
Voilá!
Donde señores con el aspecto de Pessoa, quizás alguno de sus heterónimos, parecen evocar alguna de sus palabras como aquella de "Amo como ama el amor. No conozco otra razón para amar que amarte. ¿Qué quieres que te diga además de que te amo, si lo que quiero decirte es que te amo?"
Allí en lo alto de Sintra, escondido tras los jardines salvajes y envuelto en la misteriosa bruma, está el capricho de un rey loco... El palacio de la Pena. Subir a verlo, merece la idem.
Aunque más moderna, la nostalgia te atrapa a la vista de las calles...y como estoy melalcohólica perdida, le quito el color a mi cámara...en el fondo nada ha cambiado?
Otra Sagres!!!
Salud y muy feliz año nuevo a todos!!!
1 comentario:
como dijo el sabio, k obsesion por la cerveza...malditos paparachos :D
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