
Cada mañana me levanto y me mento en mi buga para ir al curro con el mismo deseo... que sea hoy el día del mes en el que la SE30 fluya libremente, cosa que ocurre, como digo, una vez al mes, aleatoriamente y sin motivo aparente.
El resto de los días, como todo el mundo sabe, la SE30 es un amasijo de coches pegados, intermitentes de emergencia, parones, frenazos... Y lo más gracioso es cuando ves el panel que anuncia: "Atasco a 2 KM" , y piensas, si el atasco está a 2 KM, dónde estoy yo metida? En una congregación fraternal de trabajadores amantes del Slow down, que reivindican ir al trabajo en primera y sin pasar de 15 km/ hora? Eso sí, muy juntitos, con las matrículas dándose besitos...
Intentar cambiar de carril en la SE30 es un acto suicida, casi camicace, yo tengo un amigo que lo hizo y está en la UCI con tres costillas rotas, no del golpe, se las rompió el otro conductor. Tú vas poniendo el intermitente una hora antes de cambiarte de carril, en ese momento todos sacan el Chuck Norris que llevan dentro y están dispuestos a asesinar a sangre fría al que se les cuele. Yo el otro día adelanté al mismísimo Dalai Lama, que bajó la ventanilla para escupirme.
De todos modos he pillado un truco, me espero hasta que me pilla al lado un coche con cuatro albañiles dentro fumando porros a las ocho de la mañana, les miro, les hago caidita de pestañas, sonrisa picarona y me dejan paso sin problema... claro que esto con el Dalai Lama no funciona, aunque con algún que otro camionero sí.
Este lunes me tocó el día bueno del mes: Llegué a meter tercera!!! Los pétalos de rosa parecían caer del cielo por donde yo pasaba y una musiquilla celestial embargó todo mi ser hasta el punto de que casi me paso la salida de Cádiz, pegando tal volantazo que un camión de Sola Rica se cagó en mis muertos, estropeando todo el encanto de mi feliz mañana de lunes...
En fín , en los atascos de la SE30 estás tan pegado y vas tan lento que puedes pedirle fuego al del coche de al lado, una amiga mía se enamoró en el atasco y ya tiene cuatro hijos...
No me voy a cabrear, no me voy a cabrear, no me voy a cabrear... es como un mantra que me repito mientras escucho las cuatro estaciones de Vivaldi, para evitar que la sangre me jierva...
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