
La óptica es un lugar que por razones genéticas tengo que visitar con regularidad... Ya hasta les tengo cariño a estos tipos, que han tratado a mi miopía desde que no llegaba a una dioptría, y la han visto crecer, tener la menstruación y pasar de niña a mujer. Pero me sigo poniendo de los nervios y me sudan las manos en ese sillón del cuarto oscuro, que en vez de graduarte parece que van a darte por el culo, y ese aparatoso cacharro delante cambiando de cristalito para comprobar si veo los tres que hay en el burro. Y es que me hacen más preguntas que en un capítulo del CSI... Que si qué letra es ésta - la H, no... la B... mierda, nunca se me nota que tengo estudios!- que si para donde mira la U - pues para Brenes, eso sí lo sé, lo aprendí en la cama... porque Cuenca está para el otro lado- Que si mira fijamente el puntito... no ese no...
Esto de ser miope a menudo hace despistadas a las personas que lo padecemos, que vamos por la vida como rompetechos, pasándonos de largo los carteles de las carreteras, yo la semana pasada iba para Málaga y cuando me dí cuenta casi estaba llegando a Granada. Y así todo el día. La gente se cabrea y me cree una maleducada, porque no saludo, pero es que no veo, no miro y me enmimismo con mucha facilidad...
Menos mal que mis ojos son todoterrenos y las lentillas ya casi me agarran, como los geranios.
Cuelgo este vídeo de Faemino y Cansado, ídolos de una servidora, porque cada vez que me siento en ese sillón del cuarto oscuro como hoy, me viene a la memoria y acabo diciéndole al óptico... Vale, pero si no acierto no me pegue!!!