ESOS LOCOS BAJITOS

Para los que me preguntan por ellos, para los que aún no los conocen, aquí os presento a los dos pequeños seres humanos con los que "comparto piso".
Gracias a ellos madrugo todos los fines de semana y tengo ya unas bolsas en los ojos que ya las quisiera María Jiménez. Pero quién quiere dormir un sábado, madrugar es sano y da tiempo a todo!
Ellos también son responsables de que en mi propia casa tenga que llevarme un paquete de clínex al cuarto de baño, como si estuviera en un bar, porque el rollo suele estar entero y empapado dentro del váter o del vidé. Pero a quién le importan las hemorroides habiendo Hemoal!
Estos compañerillos de piso han hecho a mi corazón dar un salto mortal para salir por mi boca y ser atrapado por mi mano cuando, después de un insólito equilibrio digno de Nadia Komaneschi, han acabado de bruces en el suelo y misteriosamente no les ha pasado nada. Pero quién quiere un corazón si no sabe lo que es una buena taquicardia!
No me dejan tiempo para leer el periódico, ver un telediario, una película, hacer una quiniela o hablar por teléfono. Es por ello que tengo la misma vida social que un preso de Guantánamo. Ah, es verdad, que ya no hay Guantánamo. Bueno, pues menos vida social que un alma en el Purgatorio. Vaya hombre, el Purgatorio también lo han quitado! Bueno, pues menos vida social que un salmón (espero que hayan quitado también los salmones). Pero para qué quiero vida social! si ni siquiera puedo ducharme sin que me abran la mampara y se metan dentro o peor, metan los clínex en el váter. Ni me planteo lo de depilarme, tengo un montón de prioridades como por ejemplo: comer.
A ver si puedo terminar de escribir este post sin que un dedito de dos centímetros apriete de nuevo el botoncito de la lucecita verde que hay en la torre, y me lo mande todo al carajo. Otra vez.

Con éste vídeo solo pretendo que ustedes entiendan por qué, a pesar de todo, los adoro.